Reencuentro


Hacía tanto tiempo que no la veía, que casi me había olvidado de ella. Pero al verla, como si jamás hubiera pasado el tiempo, como si siempre hubiera estado ahí y nunca se hubiera ido, la reconocí de inmediato. Y vinieron a mí, recuerdos, sensaciones y emociones que creí que nunca volverían.

El tiempo ha pasado, pero al verla, era como si en ella el reloj se hubiera detenido. Su mirada tierna, su sonrisa juguetona. Ese aura de ingenuidad y travesura que la envolvía hace años… seguía intacto, a pesar del paso de los años.

Y ahí me quedé… observándola, sintiéndola. Escuchando su voz y su risa.

Sí, su sonrisa siempre fue contagiosa y su voz animosa, y su sola presencia era capaz de iluminar el día más gris.

¡Qué bueno volver a verla después de tantos años!. Comencé a sonreír. Y mientras sonreía, lágrimas de alegría brotaron de mis ojos. Y todo mi ser se estremeció mientras la observaba, mientras la veía, mientras la notaba.

El encuentro fue breve, pero imposible que pudiera ser más intenso y más bello.

Fue breve, pero me devolvió ese aroma que pensé que ya no existía. Emociones encontradas ya olvidadas e imágenes imposibles de reproducir.

Es sorprendente lo que puedes ver, un atardecer de otoño, con la ventana entreabierta, escuchando el canto de los pajarillos y saboreando el aroma de las hojas caducas mojadas por la lluvia, frente al espejo de tu habitación…

Sé feliz.

Bruno.

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Miércoles, 18 de Diciembre de 2013
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